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TINOGASTA: COMUNIDAD LAS PAPAS - PUEBLO DIAGUITA

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La historia de una pequeña comunidad originaria que, a pulmón, se organiza para salir de su ostracismo.
lunes, 01 de septiembre de 2014
Quizás nuestras mentes colonizadas no nos permiten revalorizar nuestras raíces indigenistas ni lamentar cómo los pueblos originarios sucumben lentamente en el olvido. Triste realidad de la que no escapa la provincia de Catamarca.


"Muchas veces nos bombardean con tantas cosas por la televisión, en las escuelas… que nos olvidamos hacer hincapié en lo que realmente importa: nuestra cultura, nuestras raíces”, asegura Walter Bustamante, un hombre oriundo de Fiambalá (Tinogasta), pero radicado hace años en esta ciudad Capital.

Motivado por una mezcla de curiosidad y una pizca de "vergüenza” disparada por no tener respuestas a muchas inquietudes de los aventureros que visitaban Tinogasta, Walter sintió la necesidad de conocer las zonas apenas exploradas de su terruño. Para su sorpresa, cuenta, no sólo se encontró con el desafiante paisaje de la inmensidad de la Puna; sino con personas, de carne y hueso, aisladas, desamparadas, olvidadas… Pero con ricas e interesantes historias de vida, de esfuerzos y sacrificios, de creencias ancestrales, de gente hermanada con la Madre Tierra. 

"Muchas veces, las personas de la ciudad desconocen que hay tanta vida en las montañas. En la antigüedad, se estima que en la cordillera de San Buenaventura (la cadena montañosa que divide al departamento de Tinogasta con Antofagasta de la Sierra) había unos 500 puestos, pero actualmente subsisten unos pocos”, indica. 

Walter, quien desde el 2007 viene realizando sus travesías por la Puna catamarqueña, atestigua que pudo constatar esa lamentable tendencia. "Hay pueblitos que desaparecieron. Hay un pueblito llamado Agua Negra que tenía 70 habitantes, pero ahora queda uno solo. Muchos de los puestos de la cordillera de San Buenaventura están integrados por un solo habitante y son personas muy viejitas, como Don Crisónomo, Doña Lorenza, Doña María… Todos tienen 70 años para arriba y viven solos”, describe y lamenta su inminente ocaso: "Van a ir desapareciendo cuando ellos mueran”. 

"Quedan muy pocas familias con jóvenes porque cuando bajan a la ciudad no vuelven. O regresan pero no se adaptan. Don Ceferino dice: ‘Los changos estos cuando vienen ya no quieren caminar, andan flojos’”, relata e insiste: "Ya han desaparecido muchos puestos y calculo que otros más van a desaparecer”. 

Entre las intrincadas montañas de San Buenaventura, casi al límite con Chile, también está asentado el pueblito de Las Papas, cuenta Walter Bustamante, una comunidad compuesta por no más de 70 personas, de ancestros diaguitas, que lucha para salir de su ostracismo y se resiste al olvido, por lo que actualmente se está organizando e intenta posicionarse como un atractivo turístico de la Catamarca profunda. 

Caminante no hay camino… 

Hasta no hace mucho tiempo, rememora Walter, la comunidad originaria de Las Papas era un pueblo incomunicado. Una escarpada huella, por la que sólo podían descender a pié o a lomo de mula o burro, los comunicaba con los pueblos de Punta del Agua y Palo Blanco y de allí, según la necesidad que les urgiera, debían trasladarse a la ciudad de Fiambalá. "Nadie llegaba a Las Papas porque era un lugar de difícil acceso”, ilustra. 

Cansados del aislamiento, del olvido, de los fantasmas de ocaso, los pobladores se pusieron manos a la obra y emprendieron una gran proeza para abrirse al mundo, burlándose de cualquier pronóstico pesimista. "Don Jaime, delegado de Las Papas, buscó a unos pocos jóvenes y con sólo picos y palas abrieron el camino. Corrieron piedras utilizando unas pocas herramientas y sus fuerzas… Y lo lograron. La gente pensaba que no lo iban a poder hacer, pero lo lograron”, expresa Walter. 

"Recuerdo que cuando estaban construyendo el camino, en el año 2007, pasamos con las camionetas para dirigirnos a unas aguas termales de la zona y la gente nos pedía que tocáramos bocina y que hiciéramos cambios de luces. Eran unos de los primeros vehículos que veían”, detalla y añade: "La mayoría de estas personas no conocen mucho nuestro estilo de vida porque no se vinculan, sólo viven en sus puestitos con sus animales”. 

… se hace camino al andar 

Con ese mismo afán de convertir a Las Papas como un posible destino turístico que les lleve trabajo genuino y recursos de subsistencia, ese pequeño puñado de hombres valientes y visionarios decidió también emprender la ardua tarea de abrir varios kilómetros de camino por la cordillera de San Buenaventura con destino al departamento de Antofagasta de la Sierra. "La gente logró hacer el camino que pasa a Antofagasta de la Sierra, al Campo de Piedra Pómez y al Peñón”, indica Walter. 

"Las Papas tiene futuro” 

El sacrificio hecho recompensa: la visibilización. Puñados de turistas comenzaron a aventurarse en sus vehículos 4x4 y 4x2 por los caminos trazados a pulmón por los pobladores de Las Papas. 

Los fascinantes relatos sobre el trayecto que une a Fiambalá (Tinogasta) con el departamento de Antofagasta de las Sierra por Las Papas no tardaron en replicarse entre los amantes de las travesías en los colosales paisajes catamarqueños. 

"Las Papas tiene mucho futuro”, asegura y detalla: "Tienen turismo. La gente los fue conociendo. Les llevan donaciones, les compran quesos de cabra o se quedan a comer”. Sin embargo, cuenta Walter, las lluvias durante los períodos estivales hacen inaccesible los caminos por la crecida de los ríos o derrumbes pero que luego los recomponen porque "quieren desarrollar el turismo” como una fuente de ingreso digno. 

"Ya pudieron hacer el camino con el esfuerzo de ellos mismos”, remarca y destaca que actualmente están analizando la manera de construir una hostería, un saloncito donde recibir a los turistas que deseen pernoctar en la majestuosidad del San Buenaventura. También, indica Walter, se encuentran realizando una selección de piezas representativas para montar un museo que permita a los visitantes realizar un recorrido por la cultura ancestral. 

"Aparte tienen dos pozos de aguas termales”, añade. 

Celebración de la Pachamama 

Como lo hacían sus ancestros, el 1º de agosto los pobladores de distintas comunidades cercanas se concentraron en Las Papas para dar gracias a "La Mamita Tierra” o "Pachamama” como modo de agradecimiento por todo lo que la madre naturaleza les brindó generosamente. 


Entusiasmado, Walter dice que la celebración de este año fue "histórica” para el pueblo. "Por primera vez llegó un contingente de turistas para participar de la experiencia”, cuenta y asegura que se llevaron una "muy buena impresión porque para ellos todo esto es una novedad”. 

"Los turistas pudieron participar de los rituales tradicionales del Challado y la Corpachada, la gente vieja les relató historias ancestrales y de sus costumbres, les ofrecieron diferentes té de todos los yuyitos de la zona, realizaron trekking…”, enumera y acota: "Con mucho esfuerzo armaron un escenario y llevaron un grupo electrógeno y sonido y entonaron vidalas”. 

"Fue una experiencia extraordinaria, por lo que quieren reeditarla otros años”, apunta. 

Comunidad originaria 

La comunidad de Las Papas, señala Walter, está comenzando a dar los primeros pasos para que la Nación los declare ‘Pueblo Originario’ y así "potenciar el turismo”. 

"Me contacté con el cacique de Amaicha del Valle (Tucumán) y con el profesor de Historia, Rolando Crook, para transferirle la inquietud y les pedí que vinieran a asesorarlos, que les contaran sobre la experiencia de Tucumán, y les interesó”, relata. El primer encuentro se concretó justamente durante la última celebración a la Pachamama. "Recién se están organizando”, recalca. 

"Los pueblos declarados ‘Pueblo Originario’ se visibilizan. La Nación les da muchas facilidades, se puede articular con el gobierno muchas acciones. El mismo turista cuando se entera de la existencia de una comunidad originaria se interesa”, evalúa Walter. 

"En la cordillera de San Buenaventura habitan personas originarias, Diaguitas, así que están dando los primeros pasos. Ellos quieren desarrollarse. Ellos ven al turismo como esa posibilidad”, expresa. 

Travesía solidaria 

Desde el 2007, Walter Bustamante realiza sus travesías en vehículos 4x4 por las zonas cordilleranas catamarqueñas junto a otros tres amigos: Alexander Quinteros, Luis Espinoza y Eric Quiroga. Todos oriundos de la ciudad de Fiambalá. 

Los cuatro no sólo se encontraron con magestuosos paisajes de la alta montaña apenas explorados, sino que comenzaron a empaparse con historias de vida muy diferentes a las acostumbradas en las urbes. Historias de olvido, de aislamiento, pero de lucha incesante. 

Cada año, durante los meses de abril, mayo o junio, se embarcan en una nueva aventura para visitar a sus amigos de los puestitos de la cordillera de San Buenaventura a quienes ayudan con alimentos, vitaminas o juguetes. 

"Cuando vamos pasamos cinco días recorriendo los puestos. Llevamos vitaminas, comida y juguetes para los niños. 

En el último viaje sumamos a un odontólogo, amigo nuestro, para que asista a algunos pobladores. Siempre tratamos de llevar a médicos pero no es constante. Viajan un año y al año siguiente ya no quieren ir porque es duro, son caminos de cornisa con muchos precipicios, las casitas en donde paramos son chiquitas, todas de piedra, sin servicios y no todos se aguantan eso”, finaliza. 

Texto: María Cristina Leiva 
Fotografías: Walter Bustamante

Fuente: El Ancasti 

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