En cada comunidad, el Día de Muertos en Chiapas tiene un matiz diferente
En cada comunidad, en cada región, la celebración del Día de Muertos tiene un matiz diferente, pues para algunos no es de las fiestas fundamentales y para otros tiene una gran relevancia.
En casi todos los hogares se colocan altares, fotografías de los seres queridos que se han ido, comida, principalmente tamales, dulces, un vaso con agua, trozos de caña, una copa de vino y flores de colores, entre los que resalta el amarillo del cempasúchil.
El culto congrega a la familia, se reúnen en la casa, las mujeres elaboran tamales, realizan rezos por el ser querido y le piden a Dios que lo cuide.
Hijar Sánchez, productor de la música tradicional, comentó que en otros lugares de Chiapas los adultos toman del altar dulces para regalar a aquellos que han tocado las puertas de su casa para pedir “calabacita”.
De acuerdo con el director general del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, Juan Carlos Cal y Mayor Franco, las culturas indígenas conciben a la muerte como unidad y convivencia, es la fecha en la que creen regresan a casa.
Explicó que para los indígenas, la muerte no tenía la connotación moral de la religión católica del infierno o paraíso, creían que el destino del alma estaba determinado por el tipo de muerte que había tenido y su comportamiento en vida.
Al ser Chiapas un estado pluricultural y pluriétnico, la celebración no tiene un carácter homogéneo, sino que va añadiendo diferentes significados y evocaciones según el pueblo indígena o grupo social que la practique.
Refirió que el Día de Muertos se realiza el 1 y 2 de noviembre, días señalados por la Iglesia católica para celebrar la memoria de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos.
Desde luego, la esencia más pura de estas fiestas se observa en las comunidades indígenas y rurales, donde se tiene la creencia de que las ánimas regresan esas noches para disfrutar los platillos y flores que sus parientes les ofrecen.
El altar es un elemento fundamental en la celebración del Día de Muertos, los deudos tienen la creencia de que el espíritu de sus difuntos regresa para convivir con la familia, y así consolarlos y confortarlos por la pérdida.