Daniel Avalos, de Cuarto Poder, participó del homenaje a Héctor Jouvé realizado en Córdoba. Jouvé fue un militante de los 70 que en 1963 se internó en las selvas de Orán con una guerrilla organizada por el “Che Guevara” desde Cuba.
El acto fue en la noche del viernes en La Casa de la Historia del Movimiento Obrero de la CGT cordobesa. Lo organizaron compañeros de militancia, de cárcel, familiares y amigos de Jouvé, quien falleció en noviembre del año 2015 en la capital cordobesa. Héctor formó parte de aquella experiencia que tenía un objetivo desmesurado: acondicionar el terreno para que el propio Che Guevara retornara al país a emprender la lucha revolucionaria en su lugar de origen.
Al mando de la experiencia estaba el periodista y amigo del Che, Ricardo Masetti, quien era secundado por algunos cubanos que pelearon al lado de Ernesto Guevara en la Sierra Maestra como sus escoltas personales Hermes Peña y Alberto Castellano. El primero murió en Orán en un enfrentamiento con la gendarmería, mientras el segundo fue capturado y encarcelado en Villas Las Rosas, donde mantuvo una coartada de estudiante peruano hasta que fue liberado en 1969 y retornó a Cuba. De la experiencia también había sido parte Carlos “Papi” Tamayo quien huyó de Orán y luego se sumaría a la empresa de Guevara en Bolivia, donde ambos murieron.
Héctor Jouvé fue uno de los que pasó de la selva a la cárcel de Villas las Rosas hasta el año 1972, cuando fue trasladado al penal de Resistencia del que salió en mayo de 1973 con la amnistía de Héctor Cámpora a los presos políticos. Retornó a Salta en el año 2003, cuando se presentaba en un anfiteatro de la Universidad Nacional de Salta el libro “Ideología y Mito en el EGP” del actual director de este medio, quien había logrado entrevistarlo un año antes. Esa publicación fue reeditada en el año 2005 por la revista cordobesa “La Intemperie” bajo el título “La guerrilla del Che y Masetti en Salta”.
Como autor de ese libro y por la amistad que entablaron a partir del mismo, Daniel Avalos participó de ese homenaje. En el encuentro recordó el primer encuentro que tuvo con Jouvé cuando siendo un recién egresado de la Universidad Nacional de Salta siendo un joven historiador fue en busca de ese viejo militante a pedirle que le transmitiera secretos sobre cómo indagar aquella etapa de la historia nacional y provincial.
“Ocurrió en la casa cordobesa del “Cordobés” y tras comunicaciones telefónicas previas. Yo estaba seguro de que iba a encontrarme con un hombre que, como algunos militantes revolucionarios de los 70 a los que ya había entrevistado, mantendría aún cierta euforia bélica. Esa que deslizaba a algunos a jurar que aún siguen dispuestos a morir calcinados para luchar contra la arrogancia imperialista. Estaba equivocado. Aunque Héctor tenía el porte enorme y esbelto de los guerreros, era dueño de una mirada triste propia de una generación que desgarrada por una revolución que creyeron posible y no fue, terminó siendo presa de la saña asesina instaurada en 1976”.
Tras ello, Avalos recordó cómo las charlas previas a la entrevista que finalmente sería publicada íntegramente, entrevistador y entrevistado bucearon por el mundo de la literatura y de José Saramago en particular; o cómo el mismo Jouvé introdujo al periodista a la lectura de Fritjot Capra, un físico subatómico que como el mismo Saramago creía que somos parte de una época donde emergen nuevos problemas que se analizan y buscan remediarse con categorías que exitosas en otros tiempos, ahora sólo pueden llevarnos al fracaso.
Héctor Jouvé – primero de la derecha – es trasladado prisionero por la gendarmeria en la selva de Orán.
Tras repasar los pormenores de aquella entrevista, Avalos enfatizó que el viejo militante no renegaba de lo que había protagonizado en su juventud aunque sí reevaluaba críticamente aquellas apuestas truncas por varias razones aunque para el propio Jouvé una era crucial: “una tradición de izquierda que pese a sus permanentes invocaciones al pueblo y su soberanía, actuaba como vanguardia iluminada que se facultaba a moldear la historia sin recurrir al protagonismo de ese pueblo al que quería representar”.
Según expresó el periodista de Cuarto Poder, Héctor Jouvé le recordaba a los personajes de las novelas de Ernest Hemingway quienes suelen protagonizar historias tristes pero no pesimistas. “Historias atravesadas por un coraje no asociado ni con el alarde físico ni con el exhibicionismo, sino con la manera discreta y estoica de enfrentar la adversidad sin ceder a las tentaciones de la autocompasión; alguien que con su testimonio de vida se empecinaba en proclamar con hechos que, aún en la derrota, los seres humanos son capaces de alcanzar una grandeza moral que muchos victoriosos jamás podrán ostentar”.
Finalmente Avalos recordó que lo último que leyó sobre Héctor Jouvé apareció publicado en el libro “El Che quiere verte”, de Ciro Bustos, un pintor mendocino que en 1962 partió a Cuba para ponerse a disposición de la revolución caribeña y terminó convirtiéndose en hombre de confianza del Che. Bustos también había participado de la experiencia de Orán aunque abocado a las tareas de reclutamiento en las grandes ciudades del país, se enteró por los diarios que el EGP había sido desmantelado.
Meses después viajó a La Habana para dar cuenta a Guevara sobre lo ocurrido. “Bustos dio su visión de las cosas que incluyeron un repaso de los participantes y sus virtudes. Bustos se sorprendió cuando Guevara le preguntó por el “Cordobés”, de quien ya se había hecho una idea a partir de los reportes que le habían llegado. Refiriéndose al Pelado Jouvé, el Che dijo: “Confirma la ley: de quinientos, cincuenta; de cincuenta, cinco, y de cinco, uno”.
Fuente: Cuarto Poder