Entrevista con César Arias, miembro de la comunidad Happo Pau del Pueblo Guaraní que estuvo preso por una falsa denuncia del empresario francés Huberto Bourlon de Rouvre, quien ocupa tierras ilegalmente y desde hace años los amenaza y hostiga.
Si la Justicia fuese igual para todos, cuando una persona le roba la comida a otra, la víctima no debiera ir presa. Si la Justicia fuese igual para todos, cualquier persona podría hacer una denuncia y ser escuchada. Si la Justicia fuese igual para todos, los que tienen armas de fuego y poder económico no podrían amedrentar y amenazar a los que menos tienen.
Pero la Justicia no es igual para todos. Juega para los empresarios extranjeros, para los inmigrantes a los que nadie persigue. No para los pueblos originarios, no para los que viven de cultivar la tierra. Pasa con Joel Lewis y con Benetton en el sur del país. Pero también pasa en el norte. En Salta, César Arias, miembro de la comunidad guaraní Happo Pau fue detenido luego de que el empresario francés Huberto Bourlon de Rouvre le macheteara todas las plantaciones. Y pasó más de una semana encerrado. A pesar de que el delito lo cometió Bourlon de Rouvre, el que quedó preso fue César.
Pocas horas después de recuperar la libertad -si es que se le puede decir así a no poder entrar en el territorio donde se movió toda la vida-, César dialogó con Revista Cítrica. Ya no está preso, pero una orden judicial le impide acercarse a las tierras de las que según la ley 26.160 (que prohíbe los desalojos a los pueblos originarios) no pueden sacarlos, a las tierras usurpadas por Huberto Bourlon de Rouvre. “Las tierras no le corresponden. Pero la Justicia es tan injusta…. si uno no tiene plata y ellos sí, hacen lo que quieren. Yo le he reclamado, porque me macheteó las plantas. Y él fue, y me denunció, por amenazas de muerte, de todo dijo. Sin embargo, yo denuncio que él me macheteó las plantas, me rompió la chacra, los zapallos, las sandías, y a él no lo detienen. Porque tiene mucha plata. No como los pobres, que vivimos de las cosechas, y hacemos alguna changa. Yo estaba trabajando en una empresa y ahora vamos a ver, cuando me presenté el lunes, a ver si me siguen dando trabajo, porque me he ausentado dos semanas. Ahí estaba como ayudante de albañil”, relata César Arias, quien carga con antecendentes penales por las denuncias del empresario.
¿Por qué se repiten las persecuciones a los pueblos originarios en varios puntos del país?
Y, ellos son extranjeros, vienen por la tierra. Quieren los terrenos fiscales. Llegan de afuera, y los protegen porque tienen mucha plata. Alguna vez he entrado a la quinta y me apuntaron con un arma. Y nosotros, en nuestro territorio, nunca hemos apuntado con un arma. Ellos andan siempre armados. Y la Justicia pareciera que está a favor de ellos.
¿Se creen dueños del territorio pero no hay nada que demuestre que las tierras le pertenecen?
No tienen papeles. Tienen un papel trucho que se los dio un escribano, algo que cualquiera lo puede hacer. Él puso portones y nosotros ahora no somos libres de cruzar por nuestro camino, no podemos pasar. Encima nos machetearon todas las plantas. Por suerte ahora yo tengo trabajo y que de ahí yo puedo sacar para el alimento de los chicos. Pero igual no alcanza. Y con eso nos manteníamos. Aunque el alimento que se cultiva, y es de la tierra, tiene otro valor.
Hace 27 años que nos amenaza la familia Bourlon. Te ven, y te tiran la bronca. Andan armados siempre, y por eso uno nunca les puede decir nada. Si les levantás la voz, te falsifican cualquier cosa y te arman una causa, porque están prendidos con la fiscal, el juez y hasta el gobernador Urtubey
¿Cuál es el negocio del francés Huberto Bourlon Rouvré?
Él quiere seguir sacando las maderas. El año pasado, Embarcación se inundó. Y nos echan la culpa a nosotros, cuando ellos se dedican a cortar la madera. A ellos no los culpan porque tienen plata. Todos culpan a los pobres. Nos acusan de destrozar el monte. Dicen que lo hacemos de noche.
¿Bourlon Rouvré ya te había amenazado en otras oportunidades?
Sí, cuando yo era más chico, tenía unos doce años. Mi hermana andaba por los ocho o nueve. Nosotros íbamos para donde tiran el líquido cloacal de la ciudad. Él vino con un jeep, y dijo: "¿Qué hacen ustedes en mi campo? ¡Ustedes me quemaron el campo!". Y nosotros le dijimos que no. Y dijo: "Ya se me van a la mierda de acá, sino los cago a tiros". Y nosotros cruzamos asustados. Éramos tan chicos, y no sabíamos qué hacer. Y ese tipo de amenazas no fueron solamente para mí, se las hizo a toda la gente de la comunidad. Cada vez que algún hermano va a buscar leña, o va al río recibe las amenazas.
O sea esto viene desde hace mucho años
Y más o menos desde que yo tenía doce años. Ahora ya tengo 39. Hace un montón. Y ellos siempre son así. Te ven, y te tiran la bronca. Andan armados siempre, y por eso uno nunca les puede decir nada. Si vos les levantás la voz, te falsifican cualquier cosa y te arman una causa, porque están prendidos con la fiscal, el juez y hasta el gobernador (Juan Manuel Urtubey).
“A la hija de César, la zamarrearon, la ahorcaron y la tiraron como una bolsa de basura”
Durante la semana cinco personas, dos de ellas menores de edad, fueron detenidas y golpeadas por la policía jujeña mientras participaban de una manifestación para reclamar la liberación de César Arias. Diana Situé fue una de las víctimas de la persecución: “Estábamos siendo vigilados por infantería. El cacique pidió la orden del juez, pero la policía no nos mostró nada: dijeron que actuaban de oficio. Corrieron a las mujeres y a los chicos, entre ellos al hijo de una hermana. Él solo estaba caminando y los policías le pegaron, fue muy violento. También la agarraron a la hija de César, la ahorcaron, la zamarreraron, la apretaron y la tiraron como una bolsa de basura entre cinco policías al patrullero. Además llevaron detenido a alguien que estaba filmando y borraron toda la información, a mí me agarraron cuando reclamé que dejaran de pegar y que no se los llevaran. Fuimos cuatro detenidos por la comunidad y un colombiano que estaba vendiendo muebles que se acercó a mirar y se lo llevaron, querían llevar preso a cualquiera violentamente. Cuando nosotros queremos hacer una denuncia, la policía nunca está. Pero para llevarnos, siempre aparecen rápido”.
Fuente: Revista Cítrica